Los muertos no hablan, pero esto no significa que no anden por ahí. El caso más emocionante que se conoce ocurrió en un panteón de la isla de Barbados, ex colonia británica de las Pequeñas Antillas, frente a las costas de Venezuela.
El escenario de los macabros acontecimientos fue el panteón de la familia Wolrond, ricos plantadores que depositaban a sus muertos para descansar, o lo que ellos creían que era descansar, en una tumba tallada en la roca en el cementerio de Christ Church. El primer miembro de la familia enterrado allí, en 1807, fue Thomasina Goddard, pero al cabo de un año la propiedad del panteón había pasado a otra generación de dueños de esclavos, los Chase. Dos de las hijas fueron enterradas en la tumba en 1808 y 1812 respectivamente. Continuar leyendo