El 23 de Marzo de 1.961 el cosmonauta ruso Valentin Bondarenko murió tras las graves quemaduras sufridas cuando realizaba unas pruebas de resistencia dentro de una cámara de presión. Aquél accidente, muy similar al ocurrido por el Apolo I años más tarde, fue silenciado por las autoridades rusas y no salió a la luz pública hasta la década de 1980.
La ocultación del accidente provocó la aparición de muchas leyendas que afirman que aquél no fue el único cosmonauta muerto durante la carrera espacial ruso-norteamericana, y que varios más fallecieron en accidentes tanto en tierra como en el espacio, incluso que uno de ellos no pudo ser rescatado y a día de hoy su cuerpo sigue surcando el espacio como si de un satélite más se tratase.
El accidente que causó la muerte de Bondarenko tuvo su origen en un error del mismo cosmonauta cuando al arrancarse los sensores que tenía adheridos a su cuerpo se dispuso a limpiar su piel con un algodón empapado con alcohol, tras lo cual arrojó el algodón al suelo con tan mala fortuna que éste cayó sobre las placas de un calentador que se encontraba encendido. El incendio del simulador que estaba presurizado con oxigeno puro fue inmediato y los técnicos que se encontraban en el exterior de la cámara no pudieron hacer nada por él. Cuando consiguieron abrir la puerta de la cabina Bondarenko tenía el cuerpo cubierto de quemaduras de tercer grado y aunque fue trasladado inmediatamente a un hospital moría dieciseis horas después del accidente.
En la cara oculta de la luna existe el cráter Bondarenko en honor del cosmonauta muerto.
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